Fotografía: Ehimetalor Akhere

La visibilidad de “nuevos” términos y comportamientos surgidos a partir del cuestionamiento a todo lo que ha sido impuesto culturalmente pero concebido como natural puede ser confuso y rayar en lo absurdo o innecesario para algunos.

Pero para otros, las recientes muestras de cambio en la actual posmodernidad han servido como un tráiler de lo que podría ser una sociedad más equitativa, libre y con menos prejuicios. Pero todavía queda mucho por aprender.

¿Qué es el género fluido?

El término gender fluid, o género fluido por su traducción en español, definido por Nonbinary Wiki,se refiere al cambio constante de identidad de género de una persona. Esta identidad varía con el tiempo y «puede ser de múltiples géneros al mismo tiempo y luego cambiar a ninguno, o moverse entre diferentes identidades de géneros singulares, o cualquier combinación de éstas».

La imagen de alguna figura pública — en especial artistas — que desdibuja la línea entre lo femenino y lo masculino combinando prendas, joyería, maquillaje y peinado, es cada vez más común, y sin embargo, no lo más representativo de lo que significa ser gender fluid.

La expresión de ello no sólo se manifiesta en la superficialidad, también reside en las acciones que efectúa la persona en su cotidianidad, tal como los ademanes y pronombres que utiliza, su forma de caminar, los nombres por los que prefiere ser llamada y, en general, la identidad que decide asumir.

Es decir, su identidad no se encuentra fija dentro de las categorías binarias de género y tampoco considera el espectro masculino y el femenino como dos áreas separadas, sino que pueden fusionarse y… fluir.

Pero, si se piensa abolir el género, ¿se anularía este concepto de identidad?

La respuesta es sí, aunque cabe aclarar que una cosa es anular el concepto y otra es invisibilizar a las personas que se identifican con éste.

La teoría radical feminista, basada principalmente en intelectuales como Simone de Beauvoir, Andrea Dworkin, entre otras, se plantea el objetivo de abolir toda opresión hacia la mujer desde la raíz, y eso incluye el género. ¿Pero por qué?

Citando a Simone: «No se nace mujer: llega una a serlo. Ningún destino biológico, físico o económico define la figura que reviste en el seno de la sociedad la hembra humana; la civilización es quien elabora ese producto intermedio entre el macho y el castrado al que se califica como femenino».

Con ello no se refería a que cualquier persona podría definirse mujer, sino que el concepto es un constructo social al que se le asocian roles culturales en función de los genitales con los que nace la persona, tales como ser la ama de casa, ser más delicadas, usar vestidos, no tener derecho al voto ni al estudio, etc.

Hoy en día se ha logrado la inserción de las mujeres a estos mecanismos políticos y sociales, pero sigue habiendo una relación entre lo que pueden y no pueden hacer por el simple hecho de “pertenecer” al espectro de la mujer. He ahí la necesidad de cortar de raíz lo que refuerza la estructura de clases sociales y explotación: el género.

Aunque con esto nosotras seríamos las principales beneficiadas, se cree — y espera — que la comunidad LGBTQ+ también lo sea, pues ya no tendría etiquetas ni “identidades” en las cuales encajar o transicionar, simplemente sería una persona con características derivadas únicamente de su personalidad, no de un género o constructos sociales.

JM

Share.
Exit mobile version