Friedrich Nietzsche (1844-1900)  El filósofo alemán polémico e irreverente que dibujó al “superhombre” y combatió al cristianismo, al socialismo y a cualquier tipo de nacionalismo o racismo a través de sus textos está considerado como uno de los pensadores más importantes del Siglo XIX pese a que su pensamiento fue contradictorio, un hecho que explica que en sus principios ideológicos se apoyasen corrientes políticas de distintas índoles

Ya era hora de leer a Federico, quien fuera  el mejor amigo de mi abuelo, sin duda el capítulo era grande, fue al que le dedico más cosas, así que yo creo que leería unas cuantas cada vez que fuera de camino a la escuela.

Agosto de 1957

Regresaba a casa del primer viernes de escuela, una semana bastante aburrida a decir verdad, pero al mismo tiempo me emocionaba pues era ya mi primer año de la universidad, un año determinante sin duda.

Estaba en el metro, y cuando me metí al vagón del tren alguien tocó mi hombro diciéndome: “Disculpa, se te cayó esto”. En eso volteo y veo que trae mis hojas de un trabajo personal que estaba haciendo desde las pasadas vacaciones.

Te recomendamos: Hablemos de… Griegos en tu vida

—Muchas gracias.

—No es nada… Eres Juan ¿no? vas en mi grupo.

—¡Ah, sí! ¿Tú cómo te llamas?

—Federico.

—Hola Federico ¿cómo te va? ¿Cómo sientes la carrera?

—Pues… Si la filosofía no me mata, me hará más fuerte.

—Pues sí, creo que sí. Vaya, creí que era el único que no saldría hoy, ya sabes, todos van a los bares ya que es el primer Viernes, por la bienvenida y todo eso.

—Sí, yo también creí lo mismo de mí, pero ya sabes, el deber llama, y ese deber es mi padre.

—¿También tú? Agh… tengo que llegar temprano porque mi padre llegará temprano también, y si sabe que fui a tomar se pondrá como energúmeno y empezará tirar a diestra y siniestra sus quejas sin sentido, siempre es lo mismo. ¿Es igual con el tuyo?

—De hecho mi padre está en el hospital.

—Oye, lo siento mucho, yo…

—No es tan grave, solo un reblandecimiento cerebral y claro la ceguera que le sobrevino, pero si hay algo que no he podido soportar son las lágrimas de mi madre.

—¿Entonces ahora vas para el hospital?

—Así es.

—¿Hay algo que pueda hacer para ayudarte? ¿Necesitas compañía?

—Te lo agradezco Juan, pero creo que estaré bien, iré sólo, estoy tratando de aprender de la soledad como medio de salvación.

(Otro solitario, pensé)

—Debes pensar que todo saldrá bien.

—La esperanza ¿verdad? La esperanza es un estimulante mucho más potente que la suerte.

Sin embargo la esperanza también es el peor de los males pues prolonga el tormento del hombre.

—Pues, siempre debemos creer en algo para sentirnos más seguros.

—Sí, es lo que veo, ya vi tu rosario en una de tus bolsas de la mochila. Dime

¿es el hombre un fallo de Dios? ¿O Dios un fallo del hombre?

—¿De qué hablas?

—Sólo digo que querer buscar la felicidad en la fe es no querer buscar la verdad, en fin. ¿Sabes? Creo que sí me puedes ayudar.

—Claro, dime cómo.

—Me llamó la atención tú trabajo, cuando lo levanté y vi “Ética Nicomáquea”, se ve ya bastante avanzado y creo será muy interesante leer a un creyente de la fe hablar sobre la Ética.

—¿Te estás burlando?

—Para nada, de hecho debo reconocer que eres la primera persona que se interesa por saber de mi situación, me quisiste ayudar y ni si quiera me conoces.

Además, tampoco te volviste loco cuando te deje que Dios era un fallo del hombre.

—Supongo que el ignorante afirma sin escuchar a los demás pero el sabio duda de lo que pasa de su alrededor y reflexiona.

—Apuesto que esa frase va a estar aquí, en tu “Ética”.

Guardó mis hojas en su mochila y alistándose me dijo:

—Bueno, en la siguiente voy a bajar, oye, deberías de venir la próxima semana a una debate que haremos en la escuela, te darán créditos para la carrera y se pondrá interesante.

—¿Debate sobre qué?

—Mira, está este maestro, que imparte la clase de Teoría del Conocimiento, es joven, y da su cátedra como si nadie lo detuviera, honorable, pero erróneo. Tiene un apellido muy singular.

—¿Hablas de Kierkegaard?

—En efecto, tengo unos amigos que conocí en las pasadas vacaciones, muy listos, muy aptos, yo diría que hasta adelantados a nuestro tiempo. El plan era que estuviéramos los tres en el mismo grupo, pero pareciese que el destino me quisiera aquí en tu grupo y no en el de ellos.

—¿Y eso es bueno?

—Ahora lo es, porque te conocí, pero es malo para ellos, este sujeto que se dice ser maestro está delirando, está escupiendo palabras sin sentido, se hace llamar el padre de una nueva corriente que él llama “Existencialismo”.

—¿Y eso qué?

—¿Y eso qué? ¡Que yo seré el padre del Existencialismo, no él! He escrito sobre eso desde hace años y él no tiene ni idea de lo que habla, pobre tipo.

Se paró y se acercó a la puerta para bajarse.

—¿Me estás diciendo que harás un debate contra un maestro?

—Exactamente, ¿sabes por qué? La mentira más común es con la que las personas se engañan a sí mismas y eso jamás lo voy a tolerar. Entonces te espero ahí.

Al abrirse la puerta se salió sin si quiera despedirse de mí.

Continuará…

JM

Share.
Exit mobile version