¿Y para cuándo La 10?
El 25 de noviembre fue un día extraño. Primero, se conmemoró el día internacional de la eliminación de la violencia contra la mujer; segundo, Taylor Swift lanzó un disco en vivo con las canciones de su último disco, Folklore, además de un especial en Disney+; y tercero, se fue una leyenda del fútbol.
Eliminar la violencia contra las mujeres ni siquiera tendría que ser una petición, sino una situación garantizada. Todas las mujeres, y personas del sexo femenino, hemos sido violentadas en algún momento de la vida. Las violencias se miden y van desde bromas hirientes, en apariencia inocentes, hasta el feminicidio.
La violencia es multifacética. Puede venir en forma de: comentarios inapropiados en la vía pública; señalamientos – y acoso – por ser mujer en un equipo de hombres; críticas y chismes por parte de desconocidos; estándares y cánones estrictos; o un esfuerzo mayor para poder lograr objetivos y cumplir sueños.
Al respecto, Taylor Swift sabe una o dos cosas.
Actualmente, es una de las artistas más grandes de la industria musical: se ha dedicado a cosechar un éxito tras otro. Escribe canciones como si de respirar se tratase. Suele hablar de situaciones muy personales como sus tropiezos o aciertos en el amor y más cosas.
Entre todo eso, ha hablado sobre las ventajas de ser hombre. Esto se refleja en The Man, uno de los sencillos de Lover, su álbum de 2019. En esa canción, ella dice: “I’m so sick of running as fast as I can, wondering if I’d get there quicker if I was a man” (estoy cansada de correr tan rápido como puedo, preguntándome si llegaría más rápido si fuera un hombre). También denuncia cómo a los del género masculino no se les critica por cómo se ven, cómo visten o sobre qué hablan.
Reflexiona un poco más al respecto en Miss Americana, un documental de Netflix. En él, menciona cómo a las artistas del género – o sexo – femenino se les exige reinventarse una y otra y otra vez porque si no lo hacen, corren el riesgo de quedarse sin trabajo.
Taylor Swift, además, ha sido fuertemente criticada por sus relaciones de pareja y por hablar de ellas en sus canciones. Ah, pero no fuera hombre porque ahí sí es válido, ¿no?
Si cualquier artista masculino canta sobre una pareja sentimental de manera “ardida” no pasa nada. Pero ¿han visto cómo la gente habla de Paquita la del Barrio o Lupita D’Alessio?
Si un artista masculino le ruega a una mujer en sus canciones, no pasa nada. Pero si a una artista del sexo femenino se le ocurre hacer eso, se convierte en una rogona o cualquier otro adjetivo similar. Pregúntenle a Tay Tay.
Taylor Swift ha hecho historia en la música. Recientemente se convirtió en la primera mujer en ser galardonada por Mejor Dirección en los premios MTV VMAs; un reconocimiento entregado desde 1984, por cierto. O sea, debieron pasar 36 años para que una mujer fuera premiada. ¿Saben qué es lo mejor? Ganó con el video de The Man (escrito, dirigido y protagonizado por ella).
Toma poco tiempo analizar cómo a las mujeres, y personas del sexo femenino, se les juzga con una vara muy alta: se les critica por cómo visten y por cómo lucen; se les cuentan las parejas sentimentales; se les despoja del derecho de decidir sobre su cuerpo y disfrutarlo de la manera que más les plazca.
Pero ser hombre no sólo tiene ventajas dentro de la industria de la música, sino también en los deportes.
Las niñas no pueden jugar fútbol/basquetbol/tenis/cualquier deporte. Y que no se les ocurra soñar con dedicarse a ellos de manera profesional; porque eso, “sólo los hombres”. Aquellas que sí lo logran, se enfrentan a otra situación: la brecha salarial, una situación notoria en México. Los invito a ir a Google y comparen el salario de un futbolista masculino al de una futbolista. De paso, busquen casos de abuso y acoso sexual a atletas mujeres y del sexo femenino en cualquier lugar del mundo. Da terror.
La vida no es blanco y negro, hay una escala de grises en medio. Los individuos somos duales. Negar el impacto histórico de una persona nos convierte en ciegos y sordos; negar que una persona cometió errores, nos convierte en lo mismo.
La magia de Maradona en la cancha siempre será inigualable. Fue una situación única; un barrilete cósmico a quien se le cuestionó: “¿de qué planeta viniste para dejar en el camino a tanto inglés; para que el país sea un puño apretado gritando por Argentina?”.
Qué lástima que muchas veces el puño fue él y quien gritaba no era un país, sino una mujer. No separo al hombre de sus acciones; separo el deporte pues “la pelota no se mancha”. Ojalá todos recordáramos a Diego como el “genio ta-ta-ta-ta” que fue, ojalá su paso por el verde no hubiera quedado manchado por sus pasos fuera de él. La realidad es distinta, cada uno juzgará.
Deseo que algún día las mujeres, y personas del sexo femenino, gocemos de tranquilidad y una vida libre sin violencia; sueño con el día donde se nos deje de ver como un objeto. Ojalá algún día el mundo entero, en lugar de recordar a El 10, reconozcan y recuerden a LA 10.
Ya es tiempo de entender que el pene no es el absoluto regente.