En México cada día es más complicado encontrar personas que tengan el liderazgo, conocimiento y la empatía suficiente para conectar con la sociedad. Me atrevería a decir que los últimos en lograrlo fueron Kumamoto, “el Mijis”, el Bronco, y por supuesto, el actual presidente. Y estos han logrado influir en un sector pequeño o grande de la población, pero no necesariamente se han destacado en desempeñar su cargo.

Esto además, evidencía que en la agrietada estructura democrática que rige al país, es mucho más importante ganar las elecciones que ser un buen gobernante, por eso estamos llenos de figuras que en época electoral visten un personaje intachable que no pueden sostener cuando ocupan el cargo. Sin mencionar que no tenemos figuras de oposición destacables.

Y en el proceso electoral más grande en la historia del país, este problema se visibiliza con un cinismo bárbaro de los partidos políticos, que buscan postular a figuras deportivas o de la farándula a falta de líderes que puedan llenar el puesto de un candidato.

Desde el ex futbolista “Bofo” Bautista, luchadores como Blue Demon Jr, Tinieblas y Carístico, hasta Bibi Gaytán, Paquita la del Barrio o Carlos Villagrán, pasando por muchos más que los partidos han visto como atajo para, si no ganar el puesto por el que contienden, por lo menos conservar el registro. Porque recordemos que los partidos obtienen recursos públicos que, aunque están obligados a declarar en qué los gastan, muchas veces no se sabe en que se utilizan.

De primera impresión parece hasta gracioso ver a figuras que nos han entretenido haciendo campaña, pero deja de serlo cuando vemos su desempeño.

No dejan de ser ciudadanos con derecho a votar y ser votados por haber tenido una carrera artística o deportiva, pero en realidad, solo venden su imagen para los fines partidistas, porque hoy, existen las candidaturas independientes, que les permitirían explotar su imagen para ganar la elección, en el caso de que ese fuera realmente su propósito. Pero ellos mismos han aceptado que los partidos son quienes los buscan para representarlos.

Además, este fenómeno responde a la explotación económica de los procesos electorales que cada vez crece más. Nadie en realidad quiere gobernar, quieren los beneficios que ofrece el cargo pero no las responsabilidades. Aunque los spots de los partidos nos bombardean por todos los medios y nos cansan de ver tanta “política”, en realidad tenemos una crisis de políticos.

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