La inventora del atole No. 2

Título: Un soplo de vida

Autor: Clarice Lispector

Editorial: Siruela

Lugar y año: Madrid, 2015

Ilustración de Cecilia Torres, IG: @ceciliaeds

Clarice Lispector es una autora ucraniana-brasileña que se ha distinguido por su prosa filosófica. Su pluma es de una profundidad exquisita, la mayoría de sus novelas cuentan con pocas páginas, pero, sumergirte en una obra de Lispector, es un viaje sin fin. Un soplo de vida es de sus últimos textos y posiblemente éste sea el libro más cercano e íntimo que la autora escribió. Clarice mencionó que esta pieza nació de un impulso doloroso, y su amiga, Olga Borelli, fue la encargada de ordenar el manuscrito, ya que Lispector murió antes de su publicación (1978). Lo cual resulta ser una hermosa metáfora, puesto que el libro tiene muy presente a la vida y a la creación. Es una novela que danza su muerte y crea un claroscuro. Es el contraste de su partida.

La novela tiene tres personajes: primero conocemos al escritor, el creador de todo; después está Ángela, la mujer que nace, y por último, nosotros, los testigos de todo.

El primer capítulo se llama ‘Pulsaciones’, en éste no sabemos si es Lispector la que narra o es el escritor que más adelante aparece, quizá son ambos; el segundo capítulo se llama ‘Soñar despierto es la realidad’, en él conocemos a Ángela Pralini y al autor, aquí ya es más clara la voz narrativa; el tercero es ‘¿Cómo hacer que todo sea soñar despierto?’, es el capítulo más breve, y por último está ‘Libro de Ángela’. En los cuatro capítulos navegamos en los pensamientos del autor y su personaje. A través de su mente se crean las acciones. La novela contiene pocas descripciones atmosféricas porque se detiene más en las descripciones sensoriales. Lo anterior también es muy característico de la obra de Lispector. 

Cuando recién comienza la obra nos encontramos con una Ángela inocente y emocionada por existir, mientras que el autor es un personaje más veterano. Incluso pareciera que ha perdido matiz y sensibilidad. Al autor lo miramos sentir y padecer a través de su personaje; es decir, el autor existe gracias a Ángela. ¿Pero por qué, si él es el creador? 

Clarice Lispector, como ya lo mencioné, es una novelista que escribe con una pluma muy contemplativa. Sus letras se detienen a analizar el porqué de nuestra existencia. En realidad su tinta medita el porqué de todo. Pero precisamente en esta obra hallamos más la reflexión hacia la labor del escritor, la constante prerrogativa y respuesta de lo que significa o simboliza escribir. A lo largo de la novela me encontré con muchas reflexiones acerca del valor de las palabras, esto hizo que me adentrara más en la narrativa y pese a que al inicio no entendía bien qué sucedía, la prosodia tan llena de musicalidad y reflexión fue lo que me invitó a permanecer. La novela la leí en un lapso de cinco meses, aproximadamente, porque más allá de la dificultad de las reflexiones estaba el sentimiento de no querer concluir, ya que pareciera un libro que contiene las palabras exactas ante toda situación. Es cierto que es una narrativa complicada y que posiblemente sólo le agrade a un público más adentrado en la literatura o filosofía, debido a que nunca hallamos una historia lineal o personajes aterrizados en hoja como las novelas, en su mayoría, acostumbran crear. No aterrizamos en una atmósfera concreta, no vemos tan marcadas las características físicas de los protagonistas; quizá esto lo hace con la intención de que el lector complete su obra. Me refiero a que el lector imagine físicamente al escritor de la novela, que lo imagine como mejor le plazca y de tal modo termine encontrándose en el libro. Por eso en Un soplo de vida, el espectador es un personaje más, no sólo porque tiene la tarea de completar la escenografía de la obra, sino porque cada página resulta un espejo de todo aquel que abra el texto. 

Me atrevo a decir eso porque este libro resulta ser de lo más humano ¿Y qué es lo más humano? El miedo, la alegría, la incertidumbre y, ante todo, la pasión. En estas páginas encontramos la pasión descrita, al mismo tiempo que la misma construcción de la obra y el título representan la fuerza y la libertad. Clarice escribió esta novela para decirnos que si no existimos, Dios tampoco, y sin la palabra nosotros no existimos. Es a grandes rasgos el todo y la nada. 

Por ello a lo largo de la obra miramos padecer al escritor cuando siente que su personaje está tomando independencia; cuando la mira pensar. Probablemente sea una alegoría del mismo Dios o simplemente la ejemplificación de la labor como escritor, ya que el autor vive y se alimenta de sus propias palabras. Su vida y la escritura se unifican y sin tinta se pierde en este mundo; pero sus palabras y pensamientos también navegarían en la oscuridad si éste no existiera. 

Hay que ser nada para poder ser todo, hay que desunirnos para unirnos, hay que escribir para existir y hay que morir para amanecer. Estos juegos de contraste nos acompañan de principio a fin en la novela de Clarice Lispector. Es una ficción llena de laberintos, de simbolismos y además es un homenaje a su propia escritura. Es su adiós hecho literatura.  

SF

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