Pese a que desde septiembre de 2016 la UINCN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza) declaró que el oso panda ya no era considerado especie en peligro de extinción, el gobierno chino aún no lo aceptaba dado que no consideraba que hubiesen los suficientes ejemplares para considerarlo de esta manera.
De acuerdo con medios internacionales, la pérdida de hábitats fue la causa de que el número de pandas descendiera de 1,980 a poco más de 1,200, por lo que China se dio a la tarea de repoblar sus bosques de bambú, ya que esta planta forma alrededor del 99% de la dieta de estos osos.
Así es como se logró alcanzar una población de al menos 1,800 ejemplares en la naturaleza, por lo que oficialmente el oso panda ya no se encuentra en peligro de extinción; muchos zoológicos de este país han decidido criar osos panda con la finalidad de alcanzar un mayor número y regresarlos a sus hábitats de origen.
Los chinos han hecho un gran trabajo invirtiendo en los hábitats del panda, cambiando y creando nuevas reservas. Son un maravilloso ejemplo de lo que puede ocurrir cuando un gobierno se compromete a la conservación, expresa Ginette Hembley, vicepresidenta senior de la conservación de la vida silvestre del Fondo Mundial para la Naturaleza.
Sin embargo, este gran éxito podría ser efímero, ya que se prevé que el cambio climático acabe con más de un tercio del hábitat de bambú en los próximos 80 años.
SF