El Tren Maya y el dilema de las comunidades locales en el sureste de México

El Tren Maya, una obra emblemática del presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, ha generado un dilema para las comunidades locales en el sureste de México. Aunque reconocen los beneficios del desarrollo que traería a la región, también tienen que lidiar con los costos asociados como la “turistificación” y el desplazamiento de algunos habitantes.

El tramo 6 del Tren Maya en Bacalar

En la ciudad de Bacalar, Quintana Roo, famosa por su hermosa laguna multicolor, se está construyendo el tramo 6 del Tren Maya. Este tramo tendrá una longitud de casi 256 kilómetros y conectará Bacalar con Tulum, en el Caribe mexicano. María Luisa Villarreal, asesora comunitaria y habitante de Bacalar, afirma que este proyecto se presentó como una forma de justicia social para las comunidades, pero también tiene sus costos.

Los costos y preocupaciones de las comunidades locales

Aracely Domínguez, presidenta del Grupo Ecologista del Mayab (Gema), coincide en que el costo del Tren Maya implica cambios en el estilo de vida de las comunidades, falta de transparencia en los convenios, ocupación de tierras y falta de compensación justa por las expropiaciones. Además, se han expropiado más de 2,700 hectáreas, principalmente ejidos, y hay quejas de que no se les ha pagado lo prometido.

El Tren Maya como proyecto de desarrollo para el sureste

El Tren Maya es un proyecto que contempla más de 1,500 kilómetros de vías férreas para el transporte de carga, turistas y pasajeros locales en los estados del sureste de México. A pesar de las preocupaciones de las comunidades, el presidente López Obrador ve al Tren Maya como el proyecto que traerá prosperidad a una región históricamente olvidada.

Los problemas derivados del Tren Maya en Bacalar

Los habitantes de Bacalar, con más de 41,000 habitantes, reconocen el crecimiento turístico de la última década, pero también señalan problemas considerables derivados del Tren Maya. Uno de los principales problemas es la falta de vivienda asequible para los locales, ya que la mayoría de las construcciones están destinadas a turistas. Además, la falta de planificación adecuada ha empeorado los problemas de acceso a servicios e infraestructura para la población local.

La deforestación y la falta de regulación en Bacalar

Otro efecto negativo del Tren Maya es la deforestación de aproximadamente 200,000 hectáreas, lo que ha afectado la capacidad de mitigación de inundaciones en la zona. Además, Bacalar carece de reglamentos y programas de desarrollo urbano, lo que ha dejado la situación en un limbo legal y a criterio de las autoridades locales.

En resumen, el Tren Maya es un proyecto polémico que, si bien promete desarrollo para el sureste de México, también ha generado preocupaciones y costos significativos para las comunidades locales. Es necesario encontrar un equilibrio entre el progreso y la preservación de las condiciones de vida de los habitantes de la región.

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