Silvia Pinal: una carrera sólida a pesar de las dificultades con su padre biológico
Silvia Pinal, una de las artistas más renombradas de México, ha logrado consolidar una carrera sólida a sus 92 años, a pesar de las difíciles situaciones que ha enfrentado en su vida. Una de estas situaciones fue su relación con su padre biológico, Moisés Pasquel, quien la negó cuando era joven.
El apellido Pinal y su verdadero padre
Aunque Silvia lleva el apellido Pinal, este le fue concedido por Luis G. Pinal, su padrastro, quien siempre la trató como su verdadera hija. En su libro autobiográfico “Esta soy yo”, Silvia Pinal revela detalles sobre su padre biológico y los conflictos que tuvo a lo largo de su vida.
La historia con Moisés Pasquel
Moisés Pasquel, director de orquesta y personalidad importante en la XEW, conoció a María Luisa Hidalgo Aguilar, la madre de Silvia, y ambos se enamoraron. Sin embargo, Luisa quedó embarazada a los 15 años y descubrió que Pasquel estaba casado y tenía hijos. Esto habría sido una de las razones por las que él no quiso reconocer a Silvia como su hija legítima.
Encuentros clandestinos y revelaciones
A pesar de la negación de Pasquel, la tía Conchita llevaba a Silvia a visitarlo en la XEW sin saber la relación genética que existía entre ellos. Durante estas visitas, Silvia percibía a Pasquel como una persona amable que le daba regalos que no tenía en su casa debido a la difícil situación económica. Sin embargo, en un encuentro en la casa de Silvia, se desató un fuerte conflicto entre su madre, Pasquel y Luis G. Pinal.
Este episodio fue clave en la vida de Silvia, ya que descubrió que su padre biológico no era quien la había criado, sino el señor que visitaba clandestinamente. A pesar de esto, Luis Pinal le aseguró a Silvia que siempre estaría para ella. Sin embargo, a los 11 años, Pasquel le dejó claro a Silvia que no quería que le dijera “papá” en público, lo que hizo que se sintiera rechazada por primera vez.
Encuentros posteriores y la revelación final
Tiempo después, Pasquel buscó a Silvia y organizó una comida en la que ella conoció a sus medios hermanos. Sin embargo, el momento decisivo llegó cuando Silvia se encontró a su padre biológico en un pasillo y él le dijo “Hija”. En ese momento, Silvia dejó en claro que él no tenía el derecho de llamarla así.