Massive Attack ha presentado un informe sobre sus conciertos de bajo carbono, destacando que su actuación en Bristol se convirtió en el evento con las emisiones de carbono más bajas de su historia. Este espectáculo, parte de su serie ‘Act 1.5’, tuvo lugar en agosto del año pasado y fue diseñado como un evento de acción climática a gran escala para celebrar 25 años de activismo ambiental por parte de la banda.
Un evento pionero en sostenibilidad
La actuación en Clifton Downs marcó el regreso de la banda al Reino Unido tras cinco años de ausencia y contó con la participación de artistas como Killer Mike, Lankum, Sam Morton y el DJ Milo de The Wild Bunch. A través de diversas iniciativas, el evento buscó establecer un modelo sostenible para la industria musical, con el objetivo de que otros artistas adopten prácticas similares en el futuro.
Resultados impresionantes en reducción de emisiones
Más de 32,000 personas asistieron a este festival de un día, que implementó medidas como catering 100% basado en plantas, uso de energía completamente eléctrica y un aumento significativo en el número de trenes y autobuses eléctricos para el transporte de los asistentes. Según un estudio del Tyndall Centre for Climate Change Research, el evento logró reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en un 98% en el consumo de energía, un 89% en alimentos y catering, y un 70% en el transporte de equipos.
Un llamado a la acción para la audiencia
Massive Attack enfatiza que no utilizan “compensaciones” en su estrategia de emisiones, lo que significa que las iniciativas como la plantación de árboles en Somerset no se incluyeron en el informe. Robert Del Naja, miembro de la banda, subrayó la importancia de que tanto los artistas como el público se comprometan con la sostenibilidad. Además, la profesora Carly McLachlan del Tyndall Centre destacó que este evento puede cambiar el panorama de los festivales al mostrar que hay oportunidades reales para crear eventos de bajo carbono en el Reino Unido. A medida que la industria musical enfrenta la crisis climática, el modelo de Bristol podría ser el camino a seguir.