Las almohadas pueden volverse amarillas con el tiempo debido al sudor, la saliva y la grasa natural del cuerpo. Aunque las fundas ayudan a protegerlas, no evitan por completo que la suciedad se acumule. Para restaurar su blancura y desinfectarlas sin dañarlas, se puede aplicar un método casero con ingredientes como vinagre, bicarbonato de sodio y detergente suave.
Pasos para lavar las almohadas y eliminar manchas amarillas
Antes de comenzar, es esencial revisar la etiqueta de las almohadas para asegurarse de que son aptas para el lavado a máquina. Una vez confirmado este aspecto, es recomendable colocar las almohadas en la lavadora de dos en dos, lo que ayuda a mantener su forma. En lugar de utilizar suavizante, se sugiere agregar media taza de vinagre blanco, un ingrediente que ayuda a eliminar la grasa acumulada y potencia la limpieza. Además, se puede incluir un cuarto de taza de agua oxigenada para mejorar el efecto blanqueador, junto con media taza de bicarbonato de sodio para neutralizar olores y eliminar residuos.
Consejos para un lavado efectivo
Para evitar deformaciones durante el lavado, es útil incluir pelotas de tenis o similares dentro de la lavadora. Se recomienda utilizar agua caliente y un ciclo largo para garantizar una limpieza profunda. Al finalizar el ciclo, las almohadas deben secarse al sol o en un espacio bien ventilado, ya que la humedad puede generar malos olores y favorecer la proliferación de bacterias.
Frecuencia de lavado y cuidado de las almohadas
Aunque las fundas ayudan a mantener las almohadas limpias por más tiempo, es recomendable lavarlas al menos cada tres meses para eliminar sudor, humedad y ácaros que se pueden acumular con el uso diario. Sin una limpieza frecuente, estos factores pueden provocar malos olores, alergias o irritaciones en la piel. Además, es importante ventilar las almohadas regularmente, sacudiéndolas y exponiéndolas al sol para evitar la acumulación de humedad. Si después de un lavado las almohadas no recuperan su blancura o comienzan a perder su firmeza, es probable que haya llegado el momento de reemplazarlas. En general, se recomienda cambiarlas cada dos años para garantizar un descanso más saludable.