Bob Dylan, el icónico cantautor que se convertiría en la voz de toda una generación, llegó a Nueva York en enero de 1961 como un joven de 19 años, delgado y sin recursos. Con una simple bolsa de papel llena de armónicas baratas, se aventuró en la gran ciudad en busca de su sueño musical. Su primera experiencia significativa en el mundo de la música llegó cuando fue contratado para tocar la armónica en la grabación de ‘Midnight Special’, un clásico folk que sería parte del álbum de Harry Belafonte. Sin embargo, este evento, que muchos consideran su primera sesión de grabación oficial, estuvo marcado por una serie de circunstancias inesperadas.

Los inicios de Bob Dylan en Nueva York

Al llegar a la ciudad, Dylan se enfrentó a un invierno brutal y a la soledad de no conocer a nadie en Nueva York. En sus memorias, ‘Chronicles’, describe su llegada como un periodo de penurias: “No tenía dinero ni amor… no conocía a un alma en esta oscura y glacial metrópoli”. Su primera actuación se llevó a cabo en el Café Wha?, un club que él describió como “una caverna subterránea”. En poco tiempo, comenzó a tocar en diferentes locales del oeste de Manhattan, donde hizo amigos y aprendió sobre el repertorio folk.

La grabación de ‘Midnight Special’

Harry Belafonte, conocido por su activismo y su música calipso, estaba trabajando en una nueva versión de ‘Midnight Special’ y, tras la ausencia del músico Sonny Terry, decidió darle una oportunidad a Dylan. A pesar de que el joven artista solo recibió 50 dólares por su participación, su actuación fue memorable, aunque dejó el estudio decepcionado porque solo se utilizó su interpretación en la canción titular. Belafonte, en una entrevista años después, recordaría cómo Dylan tiró su armónica a la basura, un gesto que lo dejó confundido sobre el respeto del joven hacia su música.

El legado musical de Bob Dylan

Con el tiempo, se reveló que Dylan había participado en una grabación anterior en 1961, tocando la armónica en el álbum de Carolyn Hester, aunque este no se publicaría hasta 1962. Sin embargo, su trabajo con Belafonte se considera un punto de inflexión en su carrera. A pesar de las dificultades iniciales, Dylan fue fichado por Columbia Records y lanzó su álbum debut el 19 de marzo de 1962, marcando el inicio de una carrera que lo llevaría a convertirse en un ícono de la música y la cultura contemporánea.

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