John Wayne Gacy, conocido como el “Payaso Asesino”, era en 1965 un ciudadano respetable y vendedor de zapatos en Springfield, Illinois. Este hombre, que más tarde se convertiría en uno de los asesinos en serie más notorios de Estados Unidos, organizó un concierto de The Kinks durante su primera gira por América. El evento, que tuvo lugar el 23 de junio de ese año en el Illinois State Armory, se convirtió en un hito no solo por la actuación de la banda británica, sino también por la oscura conexión que surgiría más tarde entre Gacy y la historia del rock.
El Desastroso Tour de The Kinks en 1965
La primera gira de The Kinks por Estados Unidos fue un evento que prometía ser un gran éxito. Con tres sencillos en el Top 10 y una gran expectación, la banda llegó al Aeropuerto Internacional Kennedy el 17 de junio de 1965. Sin embargo, las tensiones internas, peleas constantes entre sus miembros y problemas con su mánager llevaron a que el tour se convirtiera en un verdadero desastre. A pesar de las expectativas, el grupo fue vetado por la Federación de Músicos de América, lo que les impidió actuar en el país durante los siguientes cuatro años.
Un Concierto que Pasó a la Historia
El concierto en Springfield no solo fue memorable por la música, sino porque fue organizado por Gacy, quien en ese momento era un vendedor de zapatos y vicepresidente de los Jaycees. En una extraña coincidencia, el bajista de The Kinks, Pete Quaife, recordó en una entrevista que Gacy los invitó a su casa después del show. Aunque no está claro cuánto tiempo pasaron con él, la inquietante asociación entre el promotor y la banda ha sido objeto de debate y especulación a lo largo de los años.
La Oscura Trayectoria de Gacy
Dos años después del concierto, Gacy fue arrestado por agredir sexualmente a un adolescente, y su historia se tornó aún más oscura cuando comenzó una serie de asesinatos que culminaron en la década de 1970. Fue condenado por 33 asesinatos y ejecutado en 1994. La ironía de su pasado como artista infantil y “Pogo el Payaso” se entrelaza con la música de The Kinks, especialmente con su canción “Death of a Clown”, que resuena con la trágica dualidad de su vida y su legado. A pesar de la distancia temporal, el eco de esa noche en Springfield sigue presente en la historia del rock y en la memoria colectiva.