Martín Heidegger (1889 – 1976) Nacido en Messkirch, Alemania, estudió teología católica, ciencias naturales y filosofía en la Universidad de Friburgo, y desarrolló teorías filosóficas que influyeron en distintas disciplinas científicas y académicas.Es considerado uno de los más grandes pensadores del siglo XX.
Octubre de 1957
Ya era el quinto semestre y no quería que se me viniera el tiempo encima, así que decidí empezar a hacer mi servicio social y qué mejor que haciéndolo en la Asociación Filosófica de México.
—Buenos días, soy Juan González.
—¿Qué tal? Soy Martín, yo te voy a estar asesorando de aquí hasta que concluyas el servicio. ¿Cómo ves?
—Me parece muy bien.
—En estas semanas tu trabajo será muy tranquilo, porque casi nadie viene. De repente a todos les interesa venir a leer o pasarse por el lugar hasta el final del semestre que es cuando ya se les acaba el tiempo para salvarlo, todos son iguales.
—Pues no todos, afortunadamente hay uno por allá.
—Eso sí, trascendencia constituye individualidad. Pero piénsalo, uno de cada 10 estudiantes entran a la universidad, y de los que entran sólo uno viene a la biblioteca. No cabe duda que todo lo grande está en medio de la tempestad.
—En ese caso yo también voy a venir más seguido.
—¿Por qué?
—Pues para aprovechar todo el conocimiento que me puede dar este lugar. Ya voy a la mitad de la carrera y se me acaba el tiempo.
—Pero no lo hagas por el tiempo, no te preocupes por eso.
—Pues es mejor tarde que nunca ¿no?
—Mira, el otro día en la sala de profesores llegó este maestro, todo triste y un aspecto que daba lastima en verdad. Escuché que están en conversación con otro maestro, y le dijo que se sentía bastante mal porque su madre había tenido un accidente, y desde entonces estaba en el hospital, que eso no lo dejaba dormir y solo esperaba lo peor.
En ese momento yo le dije que sí tenía que morir que así fuese.
—¿Cómo cree que le dijo eso?
—No ¿Cómo crees tú que no se lo iba a decir? En el momento que le dije eso volteó a verme con asco y repudio y dijo “¿cómo puedes decir eso? ¿cuál es tu problema?” Le dije que yo no era el del problema, que era él.
—¿Por qué?
—Porque la gente siempre está preocupándose por el tiempo, porque todo se va a acabar y de repente nos preocupamos por ir a visitar a nuestros padres, saludar a un amigo, jugar con tus hijos, empezar a leer en bibliotecas, a tener buenos o mejores hábitos ¿para qué? la angustia de la disposición mundo- minuto nos coloca ante la nada.
El que yo le dijera que si va a pasar, que pase no debe confundirse con que yo le deseara eso, sí él abre un poco su mente se dará cuenta de lo qué hay detrás de mi comentario.
—La muerte nos tiene que llegar a todos.
—Exactamente, es lo único seguro que tenemos desde el primer segundo de nuestra vida, y el que él le esté llorando a su madre todo el tiempo no la va a sacar del hospital ni la va a mejorar, además, todo pasa por algo. Veámoslo desde el lado filosófico; el sentido común del hombre tiene su propia necesidad y afirma su legitimidad con la única arma que estás alcance, la invocación a lo “obvio” de sus aspiraciones y reflexiones. Dejemos de asustarnos con la muerte o de que todo llegará a su fin.
—¿Pero entonces sí alguien no inició su camino a tiempo es mejor que no lo inicie jamás? Por ejemplo, este maestro sí no tenia atenciones con su madre o le hablaba o convivía con ella, ahora ¿es mejor que ya no lo haga?
—Se puede hacer cuando sea, pero no por miedo al final del camino, el camino se tiene que ver como infinito y es muy importante que se inicie. Cuando el tiempo sólo sea rapidez, instantaneidad y simultaneidad, mientras que lo temporal entendido como acontecer histórico haya desaparecido del existencia de todos los pueblos, entonces, justamente entonces volverán atravesar todo está claro como fantasmas las preguntas ¿para qué? ¿hacia dónde? ¿y después qué?
—Vaya
—Bueno, es lo que pienso, hay que ser auténticos ¿no? Y vivir un día a la vez. Igual sólo son tonterías, ahora ¿quieres pasarme esos libros de allá?
JM