<p>En enero de 1969, Mick Jagger y Keith Richards, los emblemáticos líderes de los Rolling Stones, llegaron por primera vez a Perú. Sin embargo, su visita no fue para ofrecer un concierto, sino para escapar del acoso mediático que los perseguía en su país natal. Deseaban un respiro, un lugar donde pudieran desconectar y reflexionar sobre el futuro de su banda. Este capítulo de su historia se ha convertido en un recuerdo inolvidable para los fanáticos peruanos y ha sido documentado en libros, reportajes y hasta en la biografía de Keith Richards.</p><br />
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<h3>Una llegada inesperada</h3><br />
<p>La llegada de Jagger y Richards al Aeropuerto Internacional Jorge Chávez fue todo menos discreta. A medianoche, su vuelo privado atrajo la atención de los medios locales y de los fans, quienes no dudaron en pedir autógrafos. Acompañados por sus novias, Marianne Faithfull y Anita Pallenberg, el grupo planeaba pasar una semana en Lima, con la intención de visitar Cusco y el lago Titicaca. Sin embargo, su estilo de vida y vestimenta pronto les traerían problemas.</p><br />
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<h3>Expulsados de los hoteles más exclusivos</h3><br />
<p>La primera noche, se hospedaron en el lujoso Hotel Crillón, pero al día siguiente fueron expulsados debido a su "indecorosa indumentaria". La gerencia del hotel no toleró su atuendo extravagante y su comportamiento despreocupado. Tras ser echados, se mudaron al Hotel Bolívar, donde la situación no mejoró. Los constantes escándalos y su apariencia "hippie" culminaron en otra expulsión, dejando a los Stones sin un lugar donde quedarse en Lima.</p><br />
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<h3>Un refugio en la costa y una aventura en Cusco</h3><br />
<p>Finalmente, Jagger y Richards encontraron refugio en el Hotel Playa Hermosa, en Ancón, donde disfrutaron de fiestas desenfrenadas y paseos por la playa. A pesar de los inconvenientes en Lima, su estancia en Perú continuó con una visita a Cusco, donde vivieron una curiosa anécdota: se perdieron en Urubamba y tuvieron que convencer al dueño de un bar para que les permitiera pasar la noche, a cambio de un pequeño concierto improvisado. Esta experiencia se convirtió en una de las memorias más singulares de su viaje.</p><br />
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