Demócrito (460 a.C. – 370 a.C.) el filósofo que ríe, nació en Abdera, Grecia, y quien fuera  alumno aventajado, desarrolló teorías en diversas esferas del conocimiento, y destacó por su concepción atomista de la materia.

Eran vísperas de Año Nuevo, y a veces se hacen cenas  para estar con tus  amigos antes de pasarla en familia, bueno,  pues mi padre asistió a una con sus compañeros de la oficina.

“Vaya, uno no puede tomarse una copa a gusto porque llega Leucepio” reprochó mi papá mientras presenciaba la llegada de uno de sus jefes junto con dos de sus compañeros y al mismo tiempo,  amigos.

“No lo soportas” le dijo uno, “para nada, es un pedante engreído” le respondió y continuó “Habemos trabajadores que podemos aportar más a la compañía, y ganamos la mitad de lo que él. Bien me lo dijo Ramírez el de Mercadotecnia, aquí hay falsos líderes. Ojalá y ya lo corran o se mueva de departamento”.

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Uno de sus amigos dejó su copa en la mesa y comentó: “Yo tengo alguien como Leucepio en en el  área de Comunicaciones, nunca puede dejar de hablar de su familia, de que todos estudiaron en la misma prestigiosa universidad, de que ha viajado a tal lado y ha hecho tal cosa y  no lo callas”.

“¿Cómo lidias con él?” Le preguntó mi papá.

“No lidio con él, de hecho hacemos todo juntos”, le contestó el otro.

Mi padre no lo podía creer, casi escupía el trago e inmediatamente le dijo que él jamás podría juntarse con alguien así, era como dormir con el enemigo.

Aprendí a ser como Demócrito, un alumno aventajado, es decir, he aparentado sí así lo quieres ver, mi gusto y conformidad de compartir tiempo con él, he escuchado más y hablado menos, con perfil bajo pero constante, ¿por qué? Pues porque me dice lo que sabe, me presenta contactos, muestra sus influencias, y yo voy viendo cada detalle que se le pueda escapar, puedo presenciar el prueba y error que hace día con día para que yo ya esté preparado ¿y qué crees? hoy por hoy gano casi igual que mi jefe y tal vez más, porque ahora tal vez me mueva a otro lado”, explicó.

“¿Y eso cómo fue?” Preguntó mi padre.

Es arrogancia hablar de todo y no querer oír nada. Saber escuchar es el primer precepto del hombre sabio.” Le respondió.

Y al final sentenció “No lo olvides, no somos más que átomos en toda esta materia llamada compañía , y nadie nos ve, pero sin nosotros no vive, no existe, no avanza. Y quién sabe, tal vez si te dejas enseñar por Leucepio al final sobresalgas más que él con lo que aprendiste,  y encuentras tranquilidad en tu espíritu”

En mundo donde buscamos ser democráticos , primero encontremos ser democritas.

JM

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