En días que se ven iguales es seguro que tendrás patrones sin sentido de pensamientos similares. Las ideas se acostumbran día con día a no expandirse de tu habitación porque saben que es peligroso salir. Así como tú, también tienen miedo de lo que hay allá afuera. El mundo no está listo para escucharlas porque se encuentra en otros asuntos más importantes entre la vida y la muerte, se encuentra triste y detenido.
Con el año nuevo llegando se vuelve a perder la esperanza de que algún día sea posible lograr algo que destaque en tu vida desde el ordenador de tu habitación. Tras el aviso de que la escuela sigue en línea y aún se ve a los semáforos pelear con su rojo y su naranja, se desvanece el futuro… Y tú, te dejas envolver cada vez más por esas cuatro paredes, observando como la amenaza no se cansará de intentar colarse a través de la brisa que entra por tu ventana para ir directo a tus pulmones y volverse a su tamaño.
La interpretación de los hechos tiene la misma fuerza de la epidemia que nos acecha, puede tornarse sólida e inofensiva, o con tanto vigor que te termine por cansar la mente. Y aunque no todo depende de esto, si es el principio de tener lo bueno y querer destruirlo.
Cuando se empieza una nueva etapa en la vida, existe una transmutación de patrones, de hábitos, rutinas y creencias. La pandemia es una etapa que fue adjudicada sin que se preguntara parecer. Es un momento en la historia que te ha obligado a atravesarlo de una forma improvisada y a través de esta has obtenido éxito y fracaso. En este tiempo lleno de pérdidas, traumas emocionales y aislamiento, es coherente que sea el apogeo de la autotraición.
JM