Una publicación de la Red Mundial contra las Crisis Alimentarias (GNAFC, por sus siglas en inglés) señala que hacía cinco años que los niveles de hambre no eran tan peligrosos en los 55 países analizados en 2020. Revelar la cifra de 155 millones supone un aumento de unos 20 millones de personas con respecto al año anterior, y plantea una firme advertencia sobre una tendencia preocupante: la inseguridad alimentaria aguda ha mantenido su incesante aumento desde 2017.

Países de África continúan padeciendo de forma excesiva la inseguridad alimentaria aguda. Los conflictos empujaron a casi 100 millones de personas a la inseguridad alimentaria aguda, seguidos por las crisis económicas (40 millones) y los cambios climáticos (16 millones).

El Secretario General de la ONU, António Guterres, señaló en el informe que “Los conflictos y el hambre se complementan entre sí. Tenemos que abordarlos conjuntamente para resolverlos… Debemos hacer todo lo posible para poner fin a este círculo vicioso. Resolver el problema del hambre es la base para la estabilidad y la paz“.

El estudio de la Red mostró que los países más afectados fueron Burkina Faso, Sudán del Sur y Yemen.

En estas naciones, unas 133 mil personas padecieron el nivel más alto de inseguridad alimentaria y requerían una acción urgente para evitar la muerte generalizada y el colapso de los medios de vida.

En Centroamérica y Haití más de 11,8 millones de personas sufrieron una situación de crisis alimentaria.

Aunque los conflictos seguirán siendo el principal factor de las crisis alimentarias, durante 2021, el COVID-19 y sus medidas de contención, así como los fenómenos meteorológicos extremos, seguirán empeorando la inseguridad alimentaria aguda en las economías frágiles.

En marzo de 2021, el Secretario General de la ONU instituyó un grupo de trabajo para la prevención del hambre, dirigido por el jefe de ayuda de emergencia de la ONU, Mark Lowcock, junto a la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, el Programa Mundial de Alimentos y el apoyo de la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios y otras agencias de la ONU, así como oenegés agrupadas.

JM

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