Más candidato que presidente. Andrés Manuel López Obrador nunca ha sabido perder, pero si sabe descalificar sin evidencia y vender esperanza. Sus herramientas que pueden poner en peligro la democracia mexicana en las próximas elecciones.
López Obrador será recordado por su constancia en la política mexicana. Se le recordará como el candidato que “no se rindió”, actuó más tiempo como candidato que como mandatario. Tanto así, que ahora demuestra su poca habilidad para gobernar mientras continúa usando su experiencia en discursos políticos populistas, demostrado en sus clásicas conferencias matutinas, su pobre intento de administrar un país.
Desde el año 2006 después de ser jefe de gobierno del Distrito Federal, se lanzó como candidato a la presidencia de la república, perdió frente al expresidente Felipe Calderón, pero no podía aceptar su derrota y creó todo un movimiento tras las elecciones, el conocido “Voto por voto, Casilla por casilla”. La necedad continuaría en el 2012, vuelve a lanzarse como candidato y una vez más, es derrotado, ahora frente al expresidente Enrique Peña Nieto. Más sabe el diablo por viejo que por diablo, dice el conocido refrán que calza a la perfección con el mandatario.
Tuvieron que pasar 12 años para que, por fin, Andrés Manuel resultara ganador. Gracias a las elecciones del 2018 ahora es el presidente de los Estados Unidos Mexicanos, para bien o para mal, ganó tras una mayoría en los votos; 30,113,483 de mexicanos le otorgaron su voto, representa el 53.19% del total. El Instituto Nacional Electoral (INE) fue el encargado de la organización y aprobación del resultado.
La historia nos demuestra como AMLO no sabe perder, se enfrascó en una batalla ficticia en el 2006 y regresó tras su derrota del 2012. El tiempo no pasa en vano, perfeccionó su técnica como candidato, aprendió a vender esperanza y ganó la confianza de la gente, dividió a los mexicanos; quienes quieren una transformación contra los conservadores que apoyan al antiguo régimen, así llegó al poder. Sin embargo, ya es presidente y sigue manteniendo el mismo discurso.
Ahora más que nunca, de cara a las elecciones 2021 se ha dedicado a atacar y no a gobernar o dar respuestas frente a una pandemia y sus lamentables muertos; frente a la mala administración del metro que resultó en tragedia; frente a la caída de la economía, simplemente demuestra su ineptitud como gobierno.
Como presidente no ha dado resultados positivos, los mexicanos lo sabemos y por eso mismo, su popularidad sigue bajando. Andrés ahora se siente presionado, a punto de perder en lugar de trabajar, descalifica al INE, el mismo organismo que avaló su victoria. Frente a la presión decidió acusar, usar su clásico truco probado en 2006, pero como siempre, sin pruebas.
¿Qué nos espera tras las elecciones? Las elecciones intermedias nos muestran un adelanto de lo que viene en las elecciones del 2024. Con un presidente que ha demostrado repudiar la democracia invalidando al organismo encargado de garantizarla, si mantiene su poder tendrá un control total sobre las próximas elecciones. Podría ser el fin de la democracia en México.
Si algo hemos aprendido hasta ahora es la necesaria presencia de un contrapeso al momento de ejercer el poder, no se puede permitir que México sea gobernado por un solo hombre. Este 6 de junio presenciaremos el principio del fin, de nosotros depende si será el fin de un gobierno o de nuestra democracia.
SA.