En el barrio de Santa María La Ribera, la alcaldesa Sandra Cuevas ha prohibido a Sonido Sincelejo, que toca principalmente danzones y reúne en su mayoría a gente de la tercera edad, que se instale en el Kiosko Morisco, ya que ha habido “quejas de los vecinos” por el “excesivo ruido”. Una de las vecinas que se queja es ella, que ahora vive en esa zona.
Este fin de semana, las autoridades de la alcaldía Cuaúhtemoc llegaron incluso a golpes con quienes se manifestaban bailando pacíficamente para que se les regrese este espacio. La determinación de la gobernante fue prohibir categóricamente los sonidos en la alameda de Santa Maria la Ribera.
Y probablemente hay muchos, como la alcaldesa, que no conocen la importancia de mantener vivos este tipo de eventos en espacios públicos, así que hagamos un recorrido por su origen para entenderlo.
Si bien no existe registro sobre el nacimiento del primer sonidero, se sabe que en los años 40 en la Ciudad de México creció un movimiento cultural que consistía en apropiarse de un pedazo de calle por unas horas para reproducir música en un tocadiscos y amenizar algún festejo como una boda o XV años.
Pero, ¿de dónde nació esta necesidad de montar un equipo de sonido a media calle?
Pues resulta que en esa época era común que las fiestas se amenizaran con orquestas de música tropical, en muchas ocasiones en elegantes salones, pero… los únicos que podían pagar estos servicios eran aquellos de la clase alta, por lo que los sonideros se convirtieron en la opción accesible para la clase popular, y ahí surgió una contracultura que no ha dejado de expandirse.
Con el tiempo estos evolucionaron hasta convertirse en lo que son hoy. El encargado de amenizar la fiesta cumple la función de dj y maestro de ceremonias al mismo tiempo. Además de mezclar, elegir la música, y cumplir con las peticiones de los asistentes, habla de manera constante, hace chistes y manda saludos a todo aquel que se lo pida.
Los sonideros se han convertido en pieza clave de la industria musical en México. Su influencia es tan grande que gracias a ellos se popularizó la cumbia colombiana en nuestro país, y tienen la capacidad de crear himnos de la música tropical. Una canción que logra ser tocada frecuentemente en los bailes puede llegar después a medios tradicionales como la radio o viralizarse en internet para convertirse en un clásico.
No olvidemos también que grandes actos como La Sonora Matancera, Alberto Pedraza, Los Ángeles Azules, y muchos más, deben parte de su éxito a la difusión que se le ha dado a su música en estos bailes.
Si bien siempre se reconoce como cunas del sonidero a Tepito, San Juan de Aragón y el Peñón de los Baños, en la actualidad es un movimiento que se expandió a todo México, y nos ha regalado figuras emblemáticas como La Changa (quien popularizó los saludos en el micrófono) o Sonido Dueñez (reconocido como el padre de las cumbias rebajadas), y más recientemente el fenómeno de Sonido Pirata y sus bailarines.
Además, los bailes sirven de recreación, muchos acuden a divertirse y socializar, es un encuentro en donde se puede platicar, cantar, bailar, y hasta ligar. No olvidemos también que han sido históricamente un espacio en el que la comunidad gay ha podido reunirse y expresarse libremente.
Pese a su relevancia y popularidad, sigue siendo un movimiento estigmatizado por algunos debido a su estrecha relación con los barrios populares. Ahora incluso intentan prohibirlos.
Hay quienes no comprenden que la cultura y el arte no son exclusivos de galerías o presentaciones elegantes, la cultura y el arte responden a las expresiones y manifestaciones de aquellos que necesitan respuestas y a falta de espacios, optan por generar los suyos con las herramientas que tienen disponibles.
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