La tendencia del interiorismo hipster ha invadido todos los rincones de las ciudades, desde los locales sofisticados hasta los bares de barrio. Lo que antes era una búsqueda de modernidad se ha convertido en una repetitiva uniformidad, donde panaderías se convierten en bakerys y barberos en barber shops. La modernidad se ha vuelto vulgar, con un exceso de anglicismos y una falta de originalidad que ha llevado a la pérdida de distinción.

La democratización de lo moderno

Pierre Bourdieu teorizó sobre cómo la adopción de ciertos gustos y estilos de vida servía para obtener distinción. Sin embargo, en la actualidad, la modernidad se ha democratizado tanto que ya no aporta esa exclusividad deseada. La búsqueda de diferenciación adoptando las mismas estéticas que el resto ha llevado a una comercialización masiva de lo que antes se consideraba alternativo. Thomas Frank lo llamó “la conquista de lo cool”.

El cosmopaletismo y la paradoja contemporánea

El cosmopaletismo se manifiesta en la moda, la hostelería, el turismo y el sector inmobiliario, tratando de rentabilizar lo guay foráneo llegando tarde al juego. La paradoja contemporánea radica en querer ser diferentes mientras nos uniformizamos a través del consumo. La innovación del capitalismo se basa en la imitación, llevando a la normalización de lo moderno, lo normie, lo normcore.

El desafío de la diferencia en la uniformidad

En medio de la búsqueda de la diferencia, algunos defienden que lo realmente rupturista es no llevar tatuajes ni vestirse de forma llamativa. Lo moderno se redefine como lo normal, lo normie, lo normcore. La idea es pasar desapercibido en un mundo donde la extravagancia se ha vuelto común.

Share.
Exit mobile version