La presidenta Claudia Sheinbaum ha instado a los funcionarios de su gabinete a evitar los “lujos y parafernalias” y a no utilizar los recursos públicos para fines personales. Esta declaración surge tras el escándalo relacionado con la lujosa boda de Martín Borrego Llorente en el Museo Nacional de Arte (MUNAL), que tuvo lugar en octubre pasado y que ha generado controversia y la renuncia del funcionario.
Un llamado a la “justa medianía”
Durante un evento en Palenque, Chiapas, Sheinbaum recordó el principio juarista de que los funcionarios deben actuar en la “justa medianía”. En su discurso, enfatizó que los recursos del pueblo son para el pueblo y no deben ser mal utilizados. “Nada de lujos y parafernalias que utilicen los recursos del pueblo para otras cosas”, afirmó, destacando la importancia de la transparencia y la ética en el servicio público.
Detalles de la boda polémica
La celebración de la boda de Martín Borrego y Ionut Valcu no solo fue lujosa, sino que también se organizó bajo el pretexto de un evento diplomático. El funcionario solicitó el uso del MUNAL a través del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL) sin revelar que se trataba de un evento privado. Más de 70 invitados asistieron, disfrutando de cócteles, vino y una elaborada decoración floral, lo que ha llevado a cuestionar la ética del uso de espacios públicos para fines personales.
Reacciones y consecuencias
Alicia Bárcena, actual titular de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), también ha estado en el centro de la controversia. Reconoció haber asistido a la boda, pero aclaró que no fue informada sobre la naturaleza del evento. Tras la renuncia de Borrego, Bárcena expresó que su decisión fue motivada por el “abuso de autoridad” y el quebranto de confianza al disfrazar un evento personal como diplomático. Este escándalo ha reavivado el debate sobre la ética en el servicio público y la responsabilidad de los funcionarios en el uso de recursos del Estado.