No todo lo que brilla es oro, y la vida de Liam Payne es un claro ejemplo de ello. A pesar de su éxito global como exintegrante de One Direction, el último año de su vida estuvo marcado por una lucha interna devastadora. Enfrentó una espiral de drogas, depresión y rehabilitaciones fallidas que lo llevaron a un estado crítico. La reciente muerte del cantante ha revelado un oscuro trasfondo que pocos conocían.
La lucha contra las adicciones
La modelo Maya Henry, ex pareja de Payne, compartió su experiencia con la revista Rolling Stone, describiendo cómo las adicciones del artista impactaron su relación. “Cualquiera que haya estado con un adicto entiende lo difícil que es”, afirmó. A pesar de su amor por él, los comportamientos destructivos de Payne lo convirtieron en una persona irreconocible. Henry expresó que, a pesar de los intentos de rehabilitación, nunca hubo un cambio significativo que indicara que el cantante buscaba ayuda.
Un ciclo de dolor y traición
Henry también reveló que las traiciones y las luchas internas de Payne fueron factores decisivos en el final de su relación. “No lo culpo por sus luchas”, dijo, reflejando la complejidad de su amor y sufrimiento. Su entrenador de sobriedad, Chip Somers, añadió que la presión de ser un artista famoso dejó poco espacio para la recuperación. “Tienes que seguir adelante”, comentó, subrayando la falta de tiempo para sanar adecuadamente tras la fama.
La trágica noche de su muerte
La fatídica noche de su muerte, Liam Payne había consumido una combinación peligrosa de sustancias, incluyendo alcohol, cocaína y antidepresivos. Según el masajista Daniel Salinas, el artista estaba “completamente drogado” y necesitó ayuda para mantenerse en pie. Los informes toxicológicos revelan que la falta de supervisión adecuada y el abuso de sustancias resultaron letales, dejando a sus seres queridos devastados por la pérdida. La historia de Payne es un recordatorio trágico de las luchas que enfrentan muchos artistas en el ojo público.