Las deudas pueden generar un gran impacto en la vida financiera de las personas, y es fundamental entender los procesos de cobranza que pueden derivarse de ellas. La cobranza judicial y la extrajudicial son dos métodos que buscan recuperar el dinero adeudado, pero cada uno tiene sus particularidades y regulaciones. Conocer estas diferencias es esencial para evitar abusos y tomar decisiones informadas en momentos de crisis financiera.

¿Qué sucede si dejas de pagar una deuda?

Cuando un deudor deja de cumplir con sus obligaciones de pago, el proceso de cobranza puede seguir dos caminos: el extrajudicial o el judicial. En la cobranza extrajudicial, los acreedores intentan negociar el pago de manera amigable, sin recurrir a acciones legales. Sin embargo, es importante destacar que no pueden amenazar ni hostigar al deudor. Si la deuda continúa sin resolverse, el acreedor puede optar por iniciar un proceso judicial, lo que podría resultar en un embargo de bienes.

Casos en los que los bienes pueden ser embargados

El embargo de bienes se convierte en una posibilidad cuando un acreedor decide llevar a cabo un proceso de cobranza judicial y obtiene una orden de un juez. Existen diversas situaciones en las que esto puede ocurrir, tales como:

  • Deudas bancarias o crediticias.
  • Adeudos con instituciones financieras o tiendas departamentales.
  • Falta de pago en servicios públicos o rentas.

Aplicación de la cobranza judicial

La cobranza judicial se activa cuando un deudor incumple sus pagos y el acreedor decide presentar una demanda ante un juez. Este proceso legal es más formal y puede resultar en un fallo que favorezca al acreedor, permitiendo así el embargo de bienes del deudor. Generalmente, antes de llegar a esta etapa, se intenta primero la cobranza extrajudicial, donde se busca una solución más amigable y rápida.

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