Ciudad de México.- En medio del renovado interés por las historias detrás de El Chavo del 8, una reciente declaración del conductor Marco Antonio Regil ha reavivado el debate sobre la autoría del icónico personaje de Quico. Durante su participación en el pódcast Pinky Promise de Karla Díaz, Regil afirmó que ni Roberto Gómez Bolaños ni Carlos Villagrán fueron los verdaderos creadores del niño cachetón.
¿Quién es el verdadero creador de Quico?
“Poca gente sabe que él inventó a Quico (productor Enrique Segoviano), cómo hablaba y todo; él se lo enseñó a Carlos Villagrán. Obviamente, Carlos le dio vida, pero él inventó a Quico”, afirmó Regil.
Las declaraciones de Regil reavivan una antigua disputa entre Gómez Bolaños y Villagrán, quienes durante años se adjudicaron la creación del personaje. Mientras Villagrán defendía haberle dado alma y personalidad a Quico, Chespirito sostenía que la propiedad intelectual era completamente suya. Sin embargo, Regil sugiere que fue Enrique Segoviano quien dio forma original al personaje, lo que añade un nuevo matiz a esta controversia.
Relaciones personales y conflictos tras bambalinas
Además de hablar sobre el proceso creativo, Regil compartió detalles sobre el vínculo personal entre Segoviano y el elenco del programa. Reveló que el productor mantuvo una relación sentimental con Florinda Meza, que incluso incluía planes de matrimonio, antes de que ella comenzara su relación con Gómez Bolaños. “¿A quién corren? Pues a los exnovios… Para Segoviano fue muy doloroso. Lo corren de un programa que él cocreó; cocreó personajes. Fue, la verdad, muy injusto”, expresó Regil, quien trabajó con Segoviano en programas como Atínale al precio y 100 mexicanos dijeron.
Un legado lleno de complejidades
Estas revelaciones ponen de manifiesto que, a pesar de su legado humorístico, El Chavo del 8 también estuvo marcado por historias complejas detrás de cámaras: disputas creativas, relaciones personales y decisiones que aún hoy generan controversia. La figura de Quico, más que un simple personaje cómico, se convierte en un símbolo de las tensiones y pasiones que rodearon la creación de uno de los programas más icónicos de la televisión mexicana.