El 24 de julio de 1964, los Rolling Stones vivieron una de las experiencias más caóticas de su carrera en el Empress Ballroom de Blackpool, Inglaterra. Después de un primer tour por Estados Unidos que calificaron como un “desastre”, donde fueron ignorados y objeto de burlas, la banda llegó con la firme intención de resarcirse ante su público local. Sin embargo, lo que comenzó como un concierto para presentar su primer LP y su primer número 1, “It’s All Over Now”, rápidamente se convirtió en un tumulto que marcaría la historia del rock.
El escenario de la revuelta
Blackpool, conocida por sus amplias playas y su atractivo turístico, fue el escenario elegido por los Stones para su regreso triunfal. A medida que la multitud se agolpaba en el recinto, la expectativa crecía. Sin embargo, los teloneros, los Executives, se encontraron con un público impaciente que clamaba por la aparición de los ídolos. “¡Queremos a los Stones!”, gritaban los fans, lanzando monedas al escenario y creando un ambiente hostil que presagiaba lo que estaba por venir.
El estallido de la violencia
Cuando los Rolling Stones finalmente subieron al escenario, el caos se desató. La primera canción, “Mona”, no logró calmar a la multitud, que se volvió aún más agresiva. Según relatos de la época, algunos miembros del público comenzaron a escupir y lanzar objetos hacia la banda. Fue en este contexto que Keith Richards, en un arranque de ira, respondió a un provocador con una patada, desencadenando una revuelta que llevó a la destrucción del lugar. La multitud lanzó botellas y destrozó asientos, mientras los Stones se veían obligados a huir para salvar sus vidas.
Consecuencias y legado
El caos dejó un saldo de aproximadamente 50 heridos y daños materiales que ascendieron a 4,000 libras. Las autoridades de Blackpool decidieron prohibir a los Rolling Stones regresar a la ciudad durante 44 años, una sanción que no se levantó hasta 2008. Este incidente no solo cimentó la reputación de “chicos malos” de los Stones, en contraposición a la imagen pulcra de los Beatles, sino que también desató una serie de disturbios en sus conciertos posteriores en Europa. “A algunas de las personas del público, obviamente, no les gustábamos”, reconoció Mick Jagger, reflejando la polarización que generaba la banda en su época.