El 6 de septiembre de 1985, el mundo de la música se sacudió con la noticia de que Michael Jackson había adquirido ATV Music Publishing por 47 millones de dólares. Esta transacción no solo le otorgó el control editorial de un vasto catálogo, que incluía alrededor de 250 canciones de The Beatles, sino que también transformó el panorama del negocio musical, estableciendo un nuevo estándar en la importancia de los derechos editoriales en la industria.
El origen de un legado musical
Para comprender la magnitud de esta compra, es necesario retroceder a 1963, cuando John Lennon y Paul McCartney, junto a Brian Epstein y el editor Dick James, fundaron Northern Songs. Esta empresa se encargó de gestionar los derechos de autor de las composiciones de los Beatles. Tras la muerte de Epstein, la participación de James fue vendida a ATV en 1969, lo que permitió a esta última obtener el control mayoritario del catálogo beatle. Años más tarde, ATV pasaría a manos del magnate australiano Robert Holmes à Court, quien decidió poner el catálogo a la venta.
La audaz compra de Jackson
Jackson, asesorado por su abogado y manager John Branca, presentó la oferta ganadora y adquirió un paquete que no solo contenía las canciones de los Beatles, sino también unas 4,000 obras en total. Es crucial aclarar que Jackson no compró las grabaciones originales, sino los derechos editoriales de las composiciones. Esto significa que, cada vez que una de estas canciones se reproduce, se generan regalías que benefician al propietario de los derechos editoriales. Esta diferencia se hizo evidente cuando, en 1987, Nike utilizó la canción “Revolution” en un anuncio, a pesar de la oposición de los Beatles, gracias al control editorial que Jackson poseía.
Un legado que transformó la industria
La compra de Jackson no fue solo un movimiento financiero; fue una visión empresarial que convirtió un catálogo histórico en un activo generador de ingresos. En 1995, Jackson fusionó ATV con la división editorial de Sony, creando Sony/ATV y manteniendo el 50% de la nueva compañía. Esta operación no solo demostró la revalorización del catálogo, sino que también dejó una huella emocional en artistas como McCartney, quien lamentó que parte de su legado estuviera bajo el control de un amigo. La compra de Jackson simboliza una era en la que la música comenzó a ser vista como un catálogo de activos, estableciendo un precedente que ha llevado a un auge en la inversión en derechos musicales. La lección es clara: conocer y gestionar los derechos de autor es fundamental para cualquier creador en la industria musical.