Una carrera musical de más de seis décadas, 25 Grammys, siete BAFTA’s, cinco Oscars y cuatro Golden Globes técnicamente hablan por sí solos. Sin embargo, el mundo conoce a John Williams a través de los momentos en el cine que sin sus creaciones no serían iguales. Elliot cruzando el cielo con ET, una persecución en el océano o en el espacio, un hombre volando con una capa roja o un niño con una cicatriz y una varita… la música del compositor se guardará en la memoria colectiva del mundo.

Foto: Fotogramas

Nació un día como hoy en 1932, hijo de un padre que tocaba con leyendas del Jazz en la ciudad de Nueva York. Comenzó sus estudios de piano a los siete años, aprendiendo posteriormente trombón, trompeta y clarinete. Estudió piano y composición en la Universidad de California, pasó un tiempo sirviendo a la fuerza aérea estadounidense como director y compositor; y luego regresó a su ciudad natal, para estudiar en una de las mejores escuelas de artes: Juilliard.

Tras terminar sus estudios se mudó a Los Ángeles, en donde comenzó su leyenda trabajando como orquestador en estudios de películas. En 1968 comenzaron a llegar las nominaciones a los Premios Oscar: mejor adaptación por el filme Valley of the Dolls, estrenado un año antes. La ansiada estatuilla, su primer premio, llegó cuatro años después con la adaptación del musical El violinista en el tejado (1971).

En 1974 se unió al debut de otro hombre que también se convertiría en una leyenda cinematográfica: Steven Spielberg. El cineasta lo buscó para su debut en la silla con la película The Sugarland Express, por la cual no tuvo mucho reconocimiento. No obstante, al año siguiente colaboraron de nuevo, impactando y transformando la industria cinematográfica con Tiburón (1975).

Un Oscar, un Golden Globe, un BAFTA y un Grammy fue lo que Williams ganó de esa cinta, además de una recomendación por parte de Spielberg a su amigo George Lucas para su ambicioso proyecto de ciencia ficción: Star Wars (1977). El álbum es la banda sonora más vendida y se hizo tan popular que incluso a la fecha se considera la mejor banda sonora norteamericana de todos los tiempos. Además de traerle otra tanda de galardones a nivel internacional.

Los siguientes años trajeron más proyectos, más nominaciones y más reconocimiento a Williams. Proyectos con Spielberg como Encuentros cercanos del tercer tipo (1977), su incursión al mundo de los comics con Superman (1978), la culminación de la trilogía original de Star Wars y el inicio de la franquicia Indiana Jones (1981). No obstante, el cuarto Oscar -y Golden Globe, y BAFTA, y Grammy- llegó con su siguiente proyecto Williams-Spielberg: la cinta E.T. el extraterrestre (1982), considerada una obra maestra del cine.

El compositor siguió demostrando su versatilidad y musicalizando películas que dejaron marcadas generaciones enteras a lo largo de los siguientes años: Mi pobre angelito (1991), Parque Jurásico (1993), La lista de Schindler (1993), Salvando al soldado Ryan (1998), por mencionar algunas.

El quinto Oscar y la solidificación de su estatus como leyenda musical llegó en 2001, con la banda sonora de Harry Potter y la piedra filosofal. Con el Tema de Hedwig conquistó al mundo entero, y a varias generaciones a través de las tres primeras cintas de la franquicia. 

https://youtu.be/OO_I6jLt-hg

Si bien Willilams se ha destacado por su historia en el cine, sus éxitos fuera de pantalla son igual de impresionantes. El compositor ha sido el encargado de la musicalización de cuatro juegos olímpicos diferentes: Los Ángeles 1984, Seúl 1988, Atlanta 1996 y Salt Lake City 2002. 

Además de piezas clásicas para interpretación de orquestas, composiciones para televisión y un Premio Princesa de Asturias -compartido con Ennio Morricone en 2020-, una curiosidad más sobre Williams es que estuvo a cargo de la composición de una obra, Air and Simple Gifts, para la ceremonia de toma de posesión de Barack Obama en 2009.

En una entrevista para el medio Far Out Magazine, el compositor declaró: “Es un poco como la forma en que el sistema olfativo está conectado con la memoria, de modo que cierto olor te hace recordar la comida de tu abuela. Una cosa similar pasa con la música. Hay algo sobre nuestra configuración fisiológica o neurológica que no entendemos. 

“Tiene que ver con la supervivencia o la protección de la identidad del grupo, o Dios sabe qué. La música puede ser tan poderosa, a pesar de que se aleja y la perseguimos”.

AM

Share.
Exit mobile version