Conectar y conseguir la complicidad necesaria para confiar en otro ser humano es bastante complicado, te sorprendería saber que la puedes encontrar en los niños. El tormento de una vida adulta que no se detiene agobia hasta al más valiente y te hace olvidar que todos necesitamos hablar, compartir, amar. Para avanzar se necesita aprender y para aprender se necesita escuchar, así como ser escuchado: la catarsis que empuja ese complejo proceso puede encontrarse en una voz infantil.

La historia que cuenta “C’mon C’mon” refleja el poder de la palabra de un infante y como el vinculo que se puede crear con ellos es bastante más interesante de lo que aparenta. Johnny (Interpretado por Joaquin Phoenix) es un documentalista que, por cuestiones familiares, tiene que cuidar a su joven sobrino, Jesse (Interpretado por Woody Norman). Mientras Johnny realiza un documental radiofónico entrevistando a niños de todo el país sobre el futuro del mundo, se embarcará en un entrañable viaje con su sobrino.

Fuente: Twitter

De la ficción a la realidad

Durante el filme observamos como el personaje de Johnny entrevista a niños de diferentes partes del país para conocer su perspectiva de un mundo mejor y el futuro de la sociedad. Dichas charlas funcionan de manera sincrónica como una historia totalmente independiente, al mismo tiempo funcionan un hilo conductor que fortalece y le da sentido a la relación de los protagonistas.

Lo interesante es que, los profundos diálogos de los infantes que le permiten al espectador reflexionar sobre comportamientos sociales, son reales. Las conversaciones que entabla el actor Joaquin Phoenix con los menores no son actuadas, gracias a ello la película posee dos caras interpretativas; un documental que puede funcionar de manera independiente como crítica social y una conmovedora historia de amor y conexión.

Otra forma de contar historias

Acostumbrados a la clásica narrativa de “Inicio, desarrollo y cierre” en donde se presentará un conflicto que debe ser satisfactoriamente resuelto, se agradecen las propuestas que rompen con el modelo, brindando nuevas formas de narrar historias. El director Mike Mills decide hacer de “C’mon C’mon” una anécdota que se concentra en la exploración de personajes más que en la resolución de un problema.

Satisfactoriamente el filme avanza a pesar de no tener una interrogante que necesite ser resuelta con prisa, los personajes continúan y reflexionan sobre la marcha navegando libremente sobre la trama. Con maestría y fluidez, Mills adentra al espectador para que forme parte del viaje fortaleciendo la empatía.

En cuanto a la propuesta en blanco y negro, se reconoce el gran trabajo de fotografía. Al situar la historia en ciudades emblemáticas como Los Ángeles, Nueva York o Nueva Orleans, el blanco y negro permite resaltar a los personajes por encima de los escenarios. Coloca a los protagonistas en un primer plano con una composición limpia que, vista en la pantalla grande del cine, se disfruta y conmueve.

Por otra parte, se destaca la actuación del menor Woody Norman. A pesar de que la historia se centra en el personaje interpretado por Joaquin Phoenix, el joven actor le sigue el paso en todo momento, entiende a la perfección su rol en la película como conciencia y motor reflexivo de Johnny. La química entre Norman y Phoenix se siente natural, así como fluida, ambos comprenden a sus personajes permitiéndose brillar en sus respectivos momentos.

C’mon C’mon”, es una película con momentos tristes, felices, emocionantes y amargos que te harán reflexionar sobre la vida adulta. Una experiencia que recuerda la redención, el aprendizaje y la importancia seguir siempre adelante.

 

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