¿Todavía hay interés en los Juegos del Hambre? Esa es la pregunta planteada en “The Ballad of Songbirds & Snakes” de Francis Lawrence, una precuela que se sitúa 64 años antes de la primera novela de la trilogía distópica de Suzanne Collins, y que se estrena en cines casi ocho años después de la última película adaptada por Lionsgate.
En el pasado devastado por la guerra de Panem, los ciudadanos ricos de la Capital han perdido interés en ver a los niños de los distritos exteriores, hambrientos, luchar a muerte como un recordatorio anual de la fallida rebelión de sus padres contra la élite fascista.
En nuestro presente devastado por la guerra, el breve romance de Hollywood con los libros de jóvenes adultos sobre la subversión de regímenes totalitarios literarios más tontos ha dado paso a las realidades de un mundo mucho más aterrador y complicado.
Los niños que una vez se obsesionaron con las Pruebas del Laberinto o Katniss Everdeen han descubierto que Jennifer Lawrence derrocar al gobierno por sí sola es tan realista como la esperanza de que Lionsgate finalmente haga esa última película de “Divergent”. El momento ha pasado en parte porque sus películas resultaron indignas de los horrores que convirtieron en viajes de héroes.
Estas historias ganables sobre violencia sancionada por el estado, desigualdad socioeconómica y la siniestra propaganda que las sustenta, se revelaron como cuentos de hadas para una generación obligada a crecer a la sombra de tiroteos escolares, golpes de Estado lentos y un entorno de redes sociales lo suficientemente tóxico como para convencer a personas inteligentes de que matar a niños inocentes podría ser moralmente permisible bajo las circunstancias adecuadas.
La precuela “The Ballad of Songbirds & Snakes” se destaca al trascender las expectativas, ofreciendo una mirada íntima y realista a un mundo distópico. Las actuaciones estelares elevan la película, mientras que Rachel Zegler brilla en su papel como Lucy Gray Baird. Además, el elenco de apoyo complementa perfectamente la historia, logrando un equilibrio entre la locura y la realidad. En general, esta entrega se destaca como la mejor de la franquicia.